Control del peso en pacientes con enfermedad renal y donantes vivos

April 04, 2025

Descubra cómo el índice de masa corporal (IMC) influye en los trasplantes de riñón, el tratamiento de la enfermedad renal y la salud a largo plazo.

Expertas como Golnaz Ghomeshi Friedman, dietista especializada en salud renal y trasplantes, junto con Melanie Pina, paciente en diálisis peritoneal, y Carol Murray, donante viva de riñón, comparten su experiencia y conocimientos.

¿Qué es el IMC?

El IMC o índice de masa corporal es una fórmula que estima la grasa corporal en función de la estatura y el peso.

Las categorías de IMC son:

  • Bajo peso: menos de 18.5
  • Peso normal: 18.5 a 24.9
  • Sobrepeso: 25 a 29.9
  • Obesidad: 30 o más

“El IMC se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre la altura en metros al cuadrado”, explica Friedman. “Es una herramienta útil para detección inicial, ya que utiliza datos básicos como la estatura y el peso. Pero no nos dice mucho sobre las características específicas de la persona ni sobre su composición corporal”.

Por ejemplo, dos personas con la misma estatura y peso pueden tener un IMC idéntico, pero verse muy diferentes. Por eso, algunos centros de trasplantes complementan esta medida con otros factores, como la adiposidad central, es decir, la acumulación de grasa en el abdomen.

“Observar la grasa en la zona media del cuerpo puede ayudar a predecir futuros problemas de salud”, señala Friedman. “Sabemos que algunas personas con IMC alto pueden estar saludables: sin diabetes, con presión arterial controlada, buena alimentación y actividad física regular. Por eso, se debe evaluar al paciente de forma integral, no solo por su peso”.

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¿Por qué los centros de trasplantes se preocupan por el peso?

El peso corporal es un factor clave para evaluar los riesgos quirúrgicos tanto para el receptor como para el donante.

“Cada centro establece sus propios criterios”, explica Friedman. “Algunos se basan únicamente en el IMC, otros lo combinan con la adiposidad central, y algunos han dejado de usar el IMC como único indicador. En ciertos casos, si el IMC es muy alto, puede considerarse una contraindicación absoluta para el trasplante”.

Uno de los riesgos más comunes asociados al sobrepeso es la infección postoperatoria, lo cual está directamente relacionado con la zona del cuerpo donde se realiza la cirugía.

“El riñón trasplantado se coloca en la parte baja del abdomen, donde muchas personas acumulan grasa. Si hay exceso de peso en esa área, la incisión quirúrgica debe ser más grande, lo cual aumenta el riesgo de hemorragias, infecciones y otras complicaciones”, comenta Friedman. “Además, los pacientes trasplantados deben tomar medicamentos inmunosupresores para evitar el rechazo del órgano, lo que limita su capacidad de combatir infecciones. Si se presenta una infección por la herida quirúrgica, el cuerpo puede no tener cómo defenderse”.

¿Y qué pasa a largo plazo?

También hay indicios de complicaciones en el funcionamiento del injerto en personas con sobrepeso.

“Pacientes con más peso al momento del trasplante pueden presentar retraso en la función del riñón trasplantado, lo cual puede requerir diálisis después del procedimiento”, señala Friedman. “Además, el exceso de peso se asocia a mayor riesgo de diabetes y presión alta, que son principales causas de la enfermedad renal y de la insuficiencia renal crónica”.

Esto también aplica a los donantes vivos.

“Queremos que los donantes tengan el menor riesgo posible de desarrollar enfermedades como la diabetes o la hipertensión”, afirma Friedman. “El objetivo es que puedan vivir una vida larga y saludable con un solo riñón”.

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¿Cómo puede bajar de peso de manera segura si vive con enfermedad renal o planea ser donante?

Tanto los pacientes con enfermedad renal crónica como los posibles donantes de riñón pueden bajar de peso de forma segura con la orientación adecuada. Algunas estrategias incluyen trabajar con un dietista especializado para desarrollar un plan de alimentación saludable, realizar actividad física regular e incluso considerar la cirugía bariátrica cuando sea necesario.

Este fue el caso de Carol Murray, quien logró perder peso para poder donar un riñón a su esposo.

“En general, estaba sana. Mi presión arterial era normal y no tenía síntomas de diabetes ni signos de enfermedad renal. Pero sabía desde hacía años que mi IMC no era saludable”, explicó Carol. “Bajar de peso no solo me benefició a mí, también significó la oportunidad de ayudar a mi esposo”.

Carol debía perder 65 libras. Optó por una dieta baja en carbohidratos y aumentó la cantidad de ejercicio. “Aunque sentía que no bajaba lo suficientemente rápido, logré perder alrededor de una libra por semana, lo cual es muy buen ritmo”, señaló.

Ocho meses después, alcanzó su objetivo de IMC y pudo realizar la donación. Hoy, cuatro años después, ella y su esposo gozan de buena salud. Sin embargo, no todas las personas logran reducir su IMC únicamente con dieta y ejercicio. En algunos casos, la cirugía para bajar de peso es una herramienta eficaz.

¿Qué opciones quirúrgicas existen para bajar de peso?

Según la dietista renal Golnaz Ghomeshi Friedman, existen dos tipos principales de cirugía bariátrica: la manga gástrica y el bypass gástrico.

  • La manga gástrica es un procedimiento menos invasivo en términos de absorción, ya que conserva la capacidad del cuerpo para absorber nutrientes. Se extirpa una parte del estómago, lo que reduce la sensación de hambre.
  • El bypass gástrico, en cambio, es más restrictivo. Se reduce el tamaño del estómago y se desvía parte del intestino delgado, limitando la absorción de calorías y nutrientes. Esto puede ser útil en algunos casos de obesidad, pero no siempre es la mejor opción si se toman medicamentos esenciales, como ocurre en pacientes con enfermedad renal crónica.

El caso de Melanie Pina: paciente en diálisis peritoneal

Melanie Pina, quien vive con enfermedad renal avanzada y estaba en diálisis peritoneal (DP), notó un aumento de peso debido a la solución con glucosa utilizada en este tratamiento, a pesar de mantener una alimentación adecuada y hacer ejercicio.

“Después de cuatro meses de DP, subí quince libras. Mi IMC aumentó y me sacaron de la lista de espera para trasplante”, compartió Melanie. “Fue frustrante porque no tenía hipertensión ni diabetes, me sentía saludable. Pero el peso me cerró la puerta al trasplante”.

Su nefrólogo le recomendó considerar una cirugía de pérdida de peso. Melanie se sometió a una manga gástrica, luego de ser evaluada por un equipo de profesionales que incluyó a un cirujano, un nutricionista y un psicólogo.

“El cirujano fue increíble. Me hizo sentir vista. Me recordó que el peso no define mi salud, y que no era pereza lo que me impedía bajar”, dijo Melanie. “Si me hubiera sometido a esta cirugía hace años, no habría funcionado. No es una solución mágica: es una herramienta que funciona si uno se compromete”.

Melanie se recuperó rápidamente. Cuatro días después ya retomaba su rutina diaria. “Lloré de emoción tras la cirugía. Sabía que mi vida iba a cambiar. Dos meses después, mi IMC bajó lo suficiente para volver a la lista de espera para trasplante”.

Lea la historia completa de Melanie.

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Si usted o un ser querido vive con enfermedad renal, es donante o está en proceso de trasplante, puede comunicarse con nosotros para obtener apoyo:

  • Llame sin costo al 855.NKF.CARES (855.653.2273)
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